Erik dice / personal

La alegría muy grande es una luz que me ciega

“Cuando
me pongo muy contento, tengo que cerrar los ojos y tirarme al suelo. La alegría
es  una luz que me ciega y no puedo ver a esa persona -o lo que le produce
esa alegría-. Tengo que aprender a controlarlo”. 
Con
estas palabras me explicó Erik hace un par de meses la razón de por qué cerraba
los ojos o se tiraba al suelo al ver a personas que son muy especiales para él
o ante situaciones que le producen mucha alegría. 
Estábamos
trabajando las fichas de “que hacer si…. “ (esta es la entrada donde lo explico
AQUÍ), y le presenté la tarjeta de “qué hacer si un amigo te saluda en la calle”.
Fue un momento impresionante, que incluso dibujó, y que me hizo entender
muchísimas cosas.
Recuerdo
la primera vez que lo hizo. Era todavía un bebé que ni caminaba. Habíamos ido
unos días a Navarra, a casa de mis padres. Mi marido llegó unos días después, y
fue justo en el momento de ver a su padre de nuevo que cerró los ojos y se
encogió hecho un rebujo en mis brazos. Estuvo bastante tiempo así, hasta que ya
por fin mi marido pudo cogerlo.
Tiempo
después ocurrieron otras situaciones que me gustaría comentar. Con unos tres
años, durante meses, fue  incapaz de salir a la parte trasera de nuestro jardín.
Se quedaba parado en la puerta, se tiraba al suelo…. Y sólo salía si lo llevaba
en brazos, muy apretado y con los ojos cerrados. ¿La razón?, la casita de
pájaros que tenemos. Esa casita le gustaba tanto, tanto, tanto…. que no podía
mirarla. Nosotros no teníamos ni idea de lo que pasaba. Meses después, cuando
ya salía sin problemas al jardín, siempre señalaba la casita de pájaros y
sonreía feliz. Ahora sé que la alegría de ver la casita de los
pájaros le “cegaba”.
Algo
similar pasó con el cuarto de estar. No había forma de que se acercara a una zona de juego durante dos días,
y si lo hacía era a gatas con los ojos cerrados. ¿La razón? Una pieza de Lego
que era la sirena de un coche de bomberos. Ahí me di cuenta que algo pasaba con
esa pieza, que recogí y guardé a buen recaudo durante varios meses.
Lo
mismo con una calle cercana a nuestra casa. Al pasar por un sitio en concreto,
cerraba los ojos o se tiraba al suelo. Sí, justo desde ese punto, entre los
aleros de dos tejados, se podía ver un trozo de una torre de una iglesia que le
fascinaba.
Hoy en
día, si nos encontramos a algún amigo del cole o del Kindergarten que es
especial para él, cierra los ojos y se tira al suelo. Lo mismo con algunas
visitas en casa. Se mantiene un ratito así, y luego ya se levanta, y saluda o
habla con esa persona.
Ahora
ya sabemos la razón: La alegría es una luz que lo ciega. ¿Se puede explicar
mejor?
esto es un resumen de la entrada. Para leerla completa y descargar el material, puedes entrar en el blog. Se agradece tu visita siempre.

14 comentarios en «La alegría muy grande es una luz que me ciega»

  1. A mi Sebas le pasa pero con lo auditivo. Yo, para entrar en su mundo, le colocaba las canciones que más le gustaban y había una de Mozart que al principio mostraba fascinación por ella y cuando sonaba la segunda vez se tapaba los oídos y así ha sido hasta hoy. pensaba, por qué si le gusta le molesta. Ha dejado de ver los Simpsons (increíble!!!) los tolera cinco segundo y sin sonido. Ahora cuando alguien canta con guitarra tengo que decirle que mi hijo se tapa los oídos porque le gusta jejeje.
    Un abrazote para los dos!!

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  2. APRENDÍ MUCHO ERES DE ADMIRAR MI HIJO NO TIENE AUTISMO PERO PIENSO QUE ES BUENO SABERLO PERSONALMENTE CREO QUE ES BUENO PARA TODOS LOS NIÑOS. GRACIAS POR COMPARTIR TAN VALIOSO ARTÍCULO.

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