La prosodia se refiere a los patrones de ritmo, tono, énfasis y entonación en el habla, y cuando está alterada puede afectar tanto a la claridad de la comunicación como a la percepción emocional en una conversación.
En estudios recientes, las áreas de Broca y las cortezas auditivas, fundamentales para el procesamiento prosódico, muestran actividad diferente en personas autistas en comparación con las neurotípicas, lo que impacta su entonación y ritmo del habla. Un meta-análisis de 2024 sugiere que ciertas características prosódicas, como el rango y la variabilidad del tono, se alteran en el autismo, dificultando la interpretación emocional y social de sus expresiones. También se exploran métodos de detección usando prosodia y aprendizaje automático, con buenos resultados de precisión en la identificación del autismo.
https://www.mdpi.com/2076-328X/14/2/90
¿A qué pueden deberse las alteraciones en la prosodia en el autismo?
Las dificultades prosódicas en el autismo pueden estar asociadas a varias razones:
- Procesamiento auditivo: Los autistas pueden procesar los sonidos de manera diferente, lo cual afecta la percepción de tonos y ritmos en el habla.
- Dificultades en la modulación emocional: La prosodia también está vinculada a cómo se expresan y perciben las emociones, y las diferencias en la interpretación emocional podrían influir en el uso de la entonación.
- Factores neurológicos: Investigaciones han mostrado que ciertas áreas del cerebro relacionadas con la prosodia (como las cortezas auditivas y las áreas de Broca) pueden funcionar de manera distinta en los autistas.
- Aspectos motores: La coordinación motora y el control muscular para modular el volumen y el tono a menudo pueden estar afectados.
Estrategias y juegos para mejorar la prosodia
Imitación de sonidos y juegos de eco: Imitar sonidos en diferentes tonos y ritmos (como “¡Hola!” alegre vs. “Hola…” cansado) ayuda a los autistas a identificar y reproducir cambios en la entonación.
Canciones con gestos: Cantar canciones infantiles o rimas mientras se realizan movimientos ayuda a asociar diferentes tonos con expresiones faciales y lenguaje corporal.
Teatro de sombras o títeres: Al interpretar personajes con diferentes voces, se pueden practicar tonos y volúmenes, siendo muy útil para la autoexpresión.
Juegos de rol y narración de historias: Actuar pequeñas escenas o cambiar la voz para distintos personajes en una historia ayuda a experimentar con diferentes estilos prosódicos de una manera divertida.
Uso de aplicaciones de entrenamiento de voz: Existen apps diseñadas para el control vocal, donde se pueden practicar la modulación del tono y volumen, siguiendo patrones visuales.
Factores Neurológicos en la Prosodia de las Personas Autistas
La prosodia depende de áreas específicas del cerebro que procesan el ritmo, la entonación y el tono del habla. En personas autistas, algunos estudios han identificado diferencias en el funcionamiento de estas áreas:
- Corteza auditiva: La corteza auditiva es esencial para percibir y diferenciar los tonos y patrones sonoros, incluidos los matices en la voz que reflejan emoción o intención. Investigaciones han mostrado que la corteza auditiva en personas autistas puede tener un procesamiento de sonidos atípico, lo cual influye en cómo se perciben los elementos prosódicos. Por ejemplo, un estudio de Abrams et al. (2013) encontró que las personas autistas a menudo presentan respuestas neuronales diferentes ante cambios en el tono de voz, lo que podría afectar su capacidad para percibir y reproducir estos matices en su propio habla.
- Área de Broca: Esta área, localizada en el hemisferio izquierdo del cerebro, está asociada con la producción del lenguaje y la modulación del ritmo y entonación del habla. En los autistas, algunas investigaciones sugieren que esta región muestra patrones de activación distintos, afectando tanto la coordinación del habla como la modulación emocional de la voz. Dicho de otra forma, las personas autistas podrían tener menos control sobre los aspectos musicales del habla, lo que dificulta adaptar la entonación según la situación comunicativa (Just et al., 2004).
- Conectividad interhemisférica: Otra línea de investigación apunta a la conectividad entre los hemisferios derecho e izquierdo del cerebro, que trabajan conjuntamente en la prosodia, particularmente para expresar emociones. El hemisferio derecho contribuye en el reconocimiento emocional de la prosodia, mientras que el izquierdo coordina la producción verbal. En algunos autistas, la conectividad entre hemisferios puede ser diferente, lo cual influye en la integración de la información emocional con el habla prosódica (Kana et al., 2011). Esto puede hacer que la prosodia suene más “plana” o “robótica”, ya que la entonación emocional y la producción verbal no siempre están sincronizadas.
- Red de procesamiento social: Estudios recientes también señalan que en los autistas podría haber diferencias en la “red de procesamiento social” del cerebro, un sistema de regiones que ayuda a interpretar y producir respuestas sociales y emocionales, incluida la prosodia. Dicho sistema involucra áreas como la amígdala y la corteza prefrontal, que se activan menos ante estímulos emocionales en los autistas, afectando indirectamente el uso y la interpretación de la prosodia emocional (Dapretto et al., 2006).
Estudios Clave
Abrams et al. (2013): Examinaron las respuestas auditivas de personas autistas ante sonidos emocionales y encontraron diferencias en la percepción de tonos, lo cual afecta la producción de prosodia.
Just et al. (2004): Mostraron alteraciones en el área de Broca y cómo afecta la coordinación entre el ritmo y tono del habla en personas autistas.
Kana et al. (2011): Analizaron la conectividad interhemisférica y señalaron cómo afecta la interpretación y expresión de la prosodia emocional.
Dapretto et al. (2006): Estudiaron el sistema de procesamiento social, observando cómo una menor activación en ciertas regiones puede influir en la producción de prosodia emocional.
Estos hallazgos sugieren que las dificultades prosódicas en el autismo son multifactoriales, implicando tanto áreas específicas como redes cerebrales más amplias relacionadas con la emoción, el lenguaje y el procesamiento social.